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viernes, 23 de marzo de 2012

Carta a ti.

Más de 20 años han pasado desde que te vi por primera vez.
Y más de 10 desde que dejé de saber de ti.
Lo eras todo para mi, pero por mi mala cabeza te perdí.
Llevaba tiempo sin pensarte.
De vez en cuando cruzaba por mi mente un "Qué será de...?"
Y un buen día, navegando por la red vi
tu nombre en una publicación y no pude
evitar sonreir.
Estabas bien, con un buen trabajo, me alegré por ti.
Y entonces comencé a recordar todo.
Aquel primer día en aquella plaza, con toda esa gente.
Aquel día que te nombré por primera vez
y tú acudistes a mi como un caballero salvador.

Aquella tímida tarde, aquel beso en la frente.
Eso me llegó al alma.
Aquella noche en aquel pequeño parque, aquel primer beso de verdad.
Imborrable.
Aquella tarde en fiestas, mi casa, tú, yo... y pasó lo que tenía que pasar.
Muchas noches hablando de lo humano y de lo divino.
Risas, complicidad.
Conocíendonos cada día un poco más.
Meses después por mi culpa las risas dejarón paso a las lágrimas.
Amargas lágrimas de dolor que no pudieron
evitar tu marcha de mi lado.

Poco tiempo despues recuperé tu amistad,
pero por alguna extraña razón, se perdió.

La traté de encontrar sin éxito mil y una veces más.
Entonces decidí olvidarte, dejarte en un rinconcito apartado de mi cabeza,
de mi corazón.

Pero, nuevamente, gracias a Facebook, vuelvo a saber de ti.
Tenía curiosidad por ver si estarías en esa red social y ahí estás.
Con tu vida, tu mujer, tu hijo, tu perro.
Te va todo fenomenal.
Y yo me alegro por ello.
Te mereces todo lo mejor y yo estaba claro que no lo era.
No sé porqué escribo esto si sé que no lo vas a leer.
Y en el caso de que lo hicieras tal vez pudieras pensar que sigo loca por ti.
Y no.
Eso no es así.
He cambiado, he madurado.
Todo aquello con el tiempo me ha hecho ser distinta,
ser otra persona un poco más fría,

un poco más cerebral y no tan visceral.
En todos estos años que llevo sin saber de ti
he sufrido muchos palos que me hacen

ver la vida y las cosas desde otra perspectiva.
Ya no soy aquella niña loca de 16 años.
Soy una mujer de 37 con las ideas muy claras y con una vida hecha.
No es tan maravillosa ni tan completa como la tuya, pero es una vida.
Y qué quiero de ti a estas alturas de la vida?
Poca cosa.
Borrón y cuenta nueva.
Un "Te perdono" que jamás recibí por tu parte.
Con el tiempo se aprende a perdonar.
Con el tiempo las heridas se curan, cicatrizan y ya ni escuecen.
Sabes? Me parece increible que hallamos pasado de ser
amigos a ser desconocidos con memoria.

Las amistades siempre se pueden recuperar.
Todo el mundo merece una oportunidad.
Acaso yo no la merezco?