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martes, 15 de febrero de 2011

Te recuerdo


No se por que pero llevo días acordándome de ti y preguntándome: te recordara alguien Sergio?

Recuerdo la 1º vez que hablamos.

Fue en el chat aquel hace ya 5 años.

Me invito Pili a que entrara y ahí estabas tu con tu radio Online.

Me vacilabas por la edad y yo te daba caña.

Me dedicabas canciones todos los días.

Me alegrabas la mañana.

Nos pasábamos horas y horas dejandonos los dedos en el teclado y los ojos en el monitor.

Hablabamos de lo humano.

Hablabamos de lo divino.

Reíamos. Llorábamos.

Tus problemas eran mis problemas.

No te conocía apenas pero me encariñe rápidamente contigo.

Te hacías querer por tu forma de ser.

Poco tiempo después pasamos de escribir a hablar en el skype.

Noches y noches de risas en conferencias multitudinarias.

Momentos imborrables.

Tenias problemas en casa.

Buscabas una solución.

Los dos sabíamos que la solución era escapar y lo ibas a hacer.

Recuerdo la mañana detonante del trágico final que día después iba a acontecer.

Te vi mal, realmente mal.

Borracho, semi inconsciente.

Te hablaba y no respondías.

No sabia que hacer.

Estabas tan lejos que me dolía verte en esa situación y no poder hacer nada.

Pero en un segundo sacastes algo de cordura dentro de tu locura momentánea y reaccionastes.

Pase todo el día en un sinvivir hasta que llego la noche y distes señales de vida.

Me dijistes que te ibas, pero no tenias rumbo fijo.

Te ofrecí mi casa y aceptastes porque no tenias otra elección.

Yo era tu momentánea salvación.

Horas después estaba en el aeropuerto, esperándote.

No me lo podía creer.

Iba a conocerte por fin aunque no era la situación ni el momento idóneo.

Los nervios me mataban.

No paraba de fumar.

Y, de repente, ahí estabas tu.

No me lo podía creer.

Con tus maletas a cuestas en las que llevabas toda tu vida.

Apenas hablamos.

Era una situación extraña.

Yo sabia que mi casa y mi compañía eran un parche desesperado hasta que dieras el salto al otro lado del charco.

Ese era tu destino final.

Allí te esperaba ella.

Fueron días extraños.

Aprendistes rápido a moverte solo por aquí a pesar de no haber estado nunca por estos lares.

Te hice de guia y te serví de paño de lágrimas.

No es lo mismo llorar virtualmente que cara a cara.

Siempre me habías dicho que eras fuerte, duro, que jamás habías llorado.
Pero durante tu breve estancia llorastes.

Te sincerastes.

Nos hizo bien a los dos.

Seguías con tu loca idea de huir y yo te apoyaba.

Quería verte feliz.

5 días después optastes por volver a casa para intentar atar unos cabos antes del gran salto.

A mi no me daba buena espina la forma esa en la que lo ibas a hacer.

Pero yo no era quien para detenerte y te deje marchar.

Eso me reconcomía por dentro.

Antes de irte me hicistes dos regalos entre lágrimas: tu libro de cabecera "Shibumi" y un beso que me llegó al alma.

Era mas que probable que jamás te volviera a ver y eso me dolía.

No te podías imaginar cuanto.

Te llamaba a diario para saber como iban las cosas y tu me decías que bien.

Que volvías a las islas para arreglar algo que, posiblemente no tuviera arreglo.

Te supliqué que no lo hicieras.

Que comenzaras de cero con ella y olvidaras el pasado.

No me hicistes caso.

Eras terco y cabezón como yo y eso fue tu perdición.

Pasaban los días.

No sabia nada de ti.

No contestabas mis llamadas ni mis mensajes y eso me creaba una angustia insufrible.

Que podía hacer yo?

Sentía que algo no iba bien.

Que estabas en problemas y que no tenias a quien acudir.

Y una noche sonó el teléfono.

Miré la pantalla y era tu número.

Sonreí.

Pero mi corazón me decía que algo no iba bien.

Y así fué.

Contesté y al otro lado una voz de mujer dijo mi nombre.

Me asusté.

Esa voz era la de tu madre.

Sus palabras fueron breves: Sergio ya no esta con nosotros. Nos dejó.

En ese preciso instante me quise morir.

Rompí en un inmenso mar de lágrimas.

No podía respirar.

No podía con la vida.

No me lo quería creer.

Ya no estabas.

Te habías ido para siempre.

Habías optado por la solución rápida, cobarde y egoísta.

Saltastes a ese océano que te había visto crecer y acabastes con todo.

Eras tan joven y con tanta vida por delante que no me entraba en la cabeza.

No entendía nada pero ya no estabas para pedirte explicaciones.

Me culpe día y noche por no haber podido hacer nada mas por ti.

Y hoy, cuando me vienes a la mente, me sigo culpando.

Si tan amiga tuya era por que no hice mas por ayudarte a salir del pozo en el que estabas?

Los amigos están para lo bueno y para lo malo y sabias de sobra que podias contar conmigo para lo que fuera pero preferistes callar.

Se que no eras egoísta, pero en ese momento lo fuistes y mucho.

Ahora soy yo la que esta en ese pozo, pero saldré.

No sere como tu.

Aunque no tenga el apoyo necesario lo conseguiré.

He visto gracias a ti vi lo que pasa cuando uno se encierra en si mismo y no me gusta.

Que por qué te escribo ahora?

Porque te extraño y te recuerdo cada dia más y eso no creo que sea bueno.

Necesitaba decirte todo lo que no te pude decir en vida.

Lo siento S.

Siento mucho no haber sido de más ayuda en su momento.

De haber sido asi las cosas tal vez habria sido distintas.

Seguramente ahora estarias allí o quizás aquí.

No lo sé, pero estarias que seria lo unico que contaria.

Espero que estes bien ahi arriba y seas feliz.

No creo mucho en el mas alla pero el dia que te vea ten por seguro que un par de hostias te vas a llevar por parte de esta vasca que te queria y te sigue queriendo cantidad.



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