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miércoles, 16 de mayo de 2012

Adiós Peque. Adiós.

Hace una semana, sobre las 6:30 de la mañana, vino al mundo Pequeñito.
El último en nacer, el primero en irse.
Tan chiquito, tan indefenso..
Sus diminutos ojitos no llegaron a ver las primeras luces del día.
No sé porqué se ha ido, pero a mi lado ya no está.
No era el más espabilado de los 6 hermanos y yo por eso le quería tanto.
Mientras sus hermanos comian y comian, él se dedicaba a dormir.
Cuando no dormia, se dedicaba a tratar de salir de su camita.
Tenía calcetines blancos en sus patitas y un triángulo en su pequeña cabecita.
Era tan adorable que me moría de amor mirando todas las tonterías que hacía.
Ya sabía hacer la croqueta y usaba la cola a modo de timón para darse la vuelta.
Se había acostumbrado tanto a mi, que hasta besicos me daba.
También era el más independiente, pasaba de amontonarse con todos los demás
después de comer.
Dormía panza arriba siempre y soñaba que corría; movía mucho las patitas.
Era una pequeña bolita.
Mi pequeña bolita.
Me tenía que haber dado cuenta de que algo no iba bien.
Ésta tarde no paraba de maullar y casi no comió nada.
Solo dormía y dormía y maullaba mientras lo hacía.
Cuando me quise dar cuenta de lo que pasaba, era demasiado tarde.
Estaba frío, casi inerte.
Le intenté dar calor con mis manos, con mi aliento, pero eso no era suficiente.
Quise darle leche con un gotero, pero no la aceptaba.
Hubo un instante en el que dejó de respirar.
Hice lo único que se me ocurrió en ese momento;el boca a boca.
Parecía que volvía a la vida, pero no.
Hacía ruiditos lastimeros.
Estaba dando sus últimas bocanadas.
Se acercaba su final.
Se lo coloqué a Sombra para que lo tratara de alimentar, pero nada...
Sombra empezó a lavarle sin parar y ya no se lo pude quitar.
Ahora son las 2:30 de la mañana y me dedico a observar como sus hermanos comen
mientras Sombra lo tiene debajo de ella dándole calor.
Es muy triste todo.
Creo que ella no sabe que ya no está entre nosotros, que Pequeñito se ha ido al cielo
de los gatos y está correteando detrás de ratoncitos de cuerda y destrozando sofás
con sus pequeñas uñitas.
Es injusto que con tan solo una semana halla pasado esto.
Era justo además el gatín que me iba a quedar.
Inicialmente, cuando vi que mi Sombra estaba preñá, dije que no me iba a quedar
ninguno, pero en cuando nació Peque me enamoré y no lo iba a dejar marchar.
Para más de uno y más de dos esto puede parecer ridículo, pero para mi no lo es.
Yo quiero mucho a mis bichos y me duele en el alma haber visto como se le iba la vida
a uno de mis pequeños sin que yo pudiera hacer nada.
Me siento fatal y hasta un poco inutil e irresponsable.
Me podéis tachar de loca de los gatos o de lo que os de la gana, pero yo soy así.
Una loca de los gatos.
Los gatos me dan la vida y cuando se van, me la quitan.
Ahora siento como si un pedacito de ella se hubiera marchado con la muerte de Peque.
Si me entendéis, bien.
Y si no lo hacéis, es vuestro problema.



P.D: Sé que Peque estará bien ahí arriba, con mi tía, y ella lo cuidará bien. Como se merece.

2 comentarios:

  1. hola nena, sé lo que sientes porque he estado en dos ocasiones igual, piensa que estará cuidado y descansando, allá donde están son felices!!. Un besote guapa, y yo sí te entiendo.

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  2. Madre mía, como te entiendo. He llorado con el post, no te digo más. Ánimo. Abrazo fuerte.

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