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domingo, 18 de diciembre de 2011

La red maldita

Mientras más intentaba comprender, menos entendia.
Qué era verdad? Qué era mentira?
Dejó de pensar, la cabeza le dolia.
Quería recuperar su vida, quería volver a vivir, ser feliz, pero parecía que eso ya no sería posible.
Demasiado tiempo en soledad, demasiado tiempo que gastar.
Qué hacer con él?
Un día y otro día siempre conectada a internet.
Miraba una web por aquí, una web por allá y así iba pasando los días.
Eso la entretenía pero no era suficiente.
Necesitaba relacionarse con humanos aunque fuera virtualmente.
Fué entonces cuando conoció el mundo de los chats.
Hablaba con Caballitodemar y con AguilaNocturna. También con Mrs. Hydde y con Pompitas.
Se divertía, reía, se olvidaba de sus problemas, jugaba.
No pensaba que tanta ciber-felicidad se volvería contra ella.
El enorme vacio que sentía en su interior se llenaba poco a poco.
No tenía ningún tipo de obligación con esos seres virtuales, ya que estaban algunos a miles de kilómetros y, probablemente, jamás los vería.
Hora tras hora, día tras día tecleaba y tecleaba como si no hubiera mañana.
En un principio todo eran cosas sin relevancia alguna.
Con el tiempo ya era todo como más íntimo, más personal.
Se estaba encariñando con esos seres.
Sabía que eso no podía ser pero estaba pasando.
Llegó a un punto en el que su dependencia de los chats era casi absoluta.
Apenas dormía y llegaba tarde a trabajar.
Lo poco ordenada que estaba su vida en cuestión de meses se fué al traste.
Perdió el trabajo, dió de lado a sus (pocos) amigos reales.
Se convirtió en una ciber-adicta.
No tenía muy claro en donde se estaba metiendo pero eso le daba igual.
Había conseguido salir de la oscuridad (o eso ella creía) y todo lo demás no importaba.
Sin saber como, cuando quiso salir de ese mundo debido a las decepciones y desengaños sufridos ya habían pasado 3 años.
Había tirado 3 años de su vida a la basura y jamás los podría volver a recuperar.
Muchas lágrimas, mucho dolor.
La rabia se apoderó de ella.
La ira gobernaba su vida ahora.
No era ira contra los demás, era contra ella misma.
Se maldecía una y otra vez por ser como era, por haber buscado arreglar su vida de una forma que no era la correcta.
Se juró y se perjuró a si misma que no volvería a caer.
Internet pasó a un segundo plano e intentó volver a vivir.
Pero otra vez volvió a caer.
Foros y más foros.
Volvió a las andadas.
Cambió ciber-amigos que estaban a miles de kilómetros por ciber-amistades más cercanas.
Al tener gustos muy parecidos pensó que no sería mala idea ponerles cara y voz.
Y lo hizo.
Esta vez fué distinto y no le fué nada mal.
Eran personas normales, con su vida y con sus preocupaciones.
Todos con los pies en la tierra, no como ella que tenía mucha tendencia a volar y andar con la cabeza.
Eso le hacía bien.
Pero tampoco era suficiente.
Sentía la necesidad de pasar más tiempo con ellos y no veía que los estaba agobiando.
Pasó de los mensajes a las llamadas.
No se daba cuenta que ellos tenían su vida y no iban a estar siempre para ella.
La cosa se complicaba en su cabeza.
Pero un día se paró a pensar y se puso en la piel de los otros.
Se dió cuenta de que estaba obrando mal.
Si quería mantenerlos no debía de asfixiarlos y así hizo.
Dejó que corriera el aire, sin atosigar.
Algún mensaje de vez en cuando para que supieran que ella estaba allí para cuando la necesitaran.
Sin más.
Y volvío a sentirse sola y triste, pero bien consigo misma porque en el fondo sabía que estaba obrando correctamente.
Comenzó a salir, a vagar por las calles mirando a la nada, absorta en sus pensamientos, tratando de buscar algo que la diera vida otra vez.
Y, nuevamente, volvió a caer.
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero esta era ya la tercera.
Tal vez fuera por su gran empatía y su enorme necesidad de calor humano aunque fuera de forma virtual, pero así fué.
Buscando una salida del pozo en el que había vuelto a caer, volvió a engancharse a la red.
Horas y horas perdidas.
Mentiras y más mentiras.
Nadie era quien decía ser.
Todo el mundo se disfraza para estar en la red.
Todo el mundo menos ella.
Y ese era su fallo. Ser real y auténtica.
Se quiso inventar un personaje, una vida, pero no podía.
Eso no iba con ella.
Y se estaba viendo engullida, devorada una vez más por la maldita red.
Trataba de nadar contracorriente, de no dejarse llevar, que nada la afectara pero todo la superaba.
Se creía todo lo que leía de puro inocente que es.
Le faltaba un toque de hijoputismo para estar segura, pero tampoco salía de ella ser así.
Qué podría hacer para sobrevivir?
Gran pregunta sin respuesta.
Pensaba noche y día cual sería su mejor opción pero no la veía.
La más fácil? Alejarse sin echar la vista atrás.
Tal vez esa fuera la mejor también.
Pero su cabeza le dolía, así que en otro momento pensaría que hacer para escapar de la maldita red.










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