Pero ésta segunda edición me ha enganchado un montón.
He reído, he llorado, me he desesperado y, sobretodo,
cada día como una enana he disfrutado.
Ahora que ya ha acabado echaré de menos a esos
personajes que tan buenos ratos y buenos momentos
me han hecho pasar delante de la tele, delante del pc, porque ya se sabe que "Si no comentas el programa en Twitter,
no cuenta como visto"
Nunca me había dado por escribir sobre un programa de televisión, pero alguna
vez tenía que ser la primera, no?
Desde el programa uno sabía que íba a prometer hasta el final y así ha sido.
Ninguno de los concursantes tenía desperdicio.
Honorato, el señor del alginato.
Se le veía algunos días más perdido que un pulpo en un garaje,
pero con suerte casi siempre salía victorioso.
Jamás olvidaré su "Calamar que quiso ser zanahoría".
Ni el mítico momentazo protagonizado
junto a Carlos en busca del alginato.
Tampoco olvidaré el verle rollo gogó meneandoseme para un puñado
de yankies que le miraban con cara de "WTF!".
Tenía una flor tan grande en el culo que tenía boletos
de plantarse en la final.
Dos veces se fué a la calle, pero dos veces volvió.
Pero...
Peña, el bombón-chef.
Un maromazo de quitar "er sentío", que siempre estaba con la sonrisa
puesta (y con mucha ropa también para desesperación de las peñabeliebers).
Simpático a rabiar.
EL rey de la hamburguersita y de los diminutivitos.
Otro firme candidatito a alzarse con el ansiadito cuchillito doradito.
Pero...
Carlos, the hinojo-man.
Junto a Victor formaba el tandém The Chemicals Brother.
Qué momentazo nos dió el día que le tocó cocinar con su señora madre!
Desde ese día se incrementó el nivel de ventas del hinojo en todo el mundo.
Qué caracter tan suyo!
Qué desesperación esferificada al vacio!
Otro que tenía muchos boletos para coronarse como ganador.
Pero...
El eterno rival de Carlos.
Siempre como ninguneado, pero aguantando hasta el final-final
como un campeón.
Sin mostrar apenas sentimientos.
Comiendo flores en soledad.
Chuck Norris con delantal.
Con sus plumitas, sus florecitas y sus piedritas parecía qué...
Pero...
Fran, el señor de las lentejas.
Pretender colarse con unas lentejas en una final era
como una cosa muy loca.
Y casi lo consigue.
Fué respescado, parecía qué,
pero...
Víctor, el demonio de Tasmanía.
Un monstruo de los fogones, puro nervio.
Chiquitito pero matón.
Demostró del tó su vena payasil el día del parque Warner.
El que cocina a ritmo de electro a todo trapo,
el que se lo pasa piruleta recogiendo setas.
El que me ponía (y nerviosa también) con tanta carrera frenética
como si le fuera la vida en ello.
El que cada plato que hacía era una pequeña obra de arte
la cuál a mi me daría pena de comer.
Para mis ojos EL AUTÉNTICO CAMPEÓN.
Pero...
David, el pequeño Ratatouille.
El patito feo le decían.
El que cocina con sentimiento, el que cocina con amor y corazón.
Educado hasta a la hora de mandarte a tomar por culo.
Tan sereno, tan tranquilo, tan tan tan...
El Flanders de ésta edición.
La mosquita muerta que ayer lo petó y como
EL REY DE TOP CHEF se coronó.
No me he olvidado de que además de esa pandi hubo más
concursantes; Martita, Inés, Pablo, Rebeca, Teresa, Joaquín,
Irina, Francisco y Pedro.
En algún sitio creo recordar haber leído que algunos
íban a dejar huella.
Y así ha sido.
Han dejado el nivel muy alto por su forma de ser de cara
a próximas ediciones.
Y mientrás llega la nueva temporada, habrá que ir
ahorrando (o rezando para que me toque la lotería)
para marcarme un pedazo de ruta gastronómica y poder
probar esos platazos que cada día me han hecho salivar delante
del pc.
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