Que bonito era ver como chocaban las olas con furia contra las rocas al igual que amantes
apasionados besandose como si no hubiera mañana.
Que bonito era ver juguetear a los pequeñuelos alegremente con la arena, en la orilla sin temor.
Que bonito era ver volar enormes cometas de vistosos colores como si fueran aves del paraiso
vistiendo sus mejores galas durante el cortejo.
Que bonito era ver a los surfistas cabalgar sobre las olas cuan jinetes domando
potrillos salvajes.
Que bonito era ver a los pescadores de la tarde preparar sus aparejos con mimo, ilusionados con
atrapar una enorme pieza para despues soltarla al mar.
Que bonito era ver correr por la arena a los vigilantes como a camara lenta, luciendo sus
cuerpos bronceados por el sol del cantábrico.
Que bonito era mirar fijamente la espuma del mar, revoltosa, alejarse lentamente de la orilla para
volver al instante a acariciar mis pies descaradamente.
Que bonito era pasear descalza por la arena, sintiendo su calor en mis pies cansados, provocandome
una enorme sensación de bienestar
Que bonito era ver cuerpos tumbados al sol, blanquecinos, sin complejos, tornandose rojizos a
cada minuto que pasan recibiendo los rayos del astro rey.
Que bonito era ver como unos jovenzuelos emulaban a los grandes del balón, con los pies desnudos
a pesar de las piedras del camino.
Que bonito era ver como una arañita tejia su tela en la verja de la terraza con una precisión asombrosa,
sin inmutarse del viento que soplaba por momentos.
Pero que feo es ver como familiares hacen visitas express y no vuelven hasta la próxima semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario